Slavoj Zizek (1949), a quien yo (y no soy la única) llamo el “filósofo pop” es un esloveno doctor en filosofía y en artes. Discípulo de Lacan y de Jacques Alain Miller tiene la capacidad de explicar problemas filosóficos o políticos con la saga Star Wars o el cine de Alfred Hitchcock.
“El problema hoy es que la gente no se siente culpable de transgredir prohibiciones sino de no transgredir, de ser incapaz de gozar. Y ésta es una estructura superyoica mucho más fuerte.
Hoy, paradójicamente, sólo el psicoanálisis te permite no gozar. Ése es el problema de hoy: no está permitido no gozar.
Lacan lo dice de modo muy preciso: desde el momento en que te permiten gozar, la permisión se vuelve un deber, “tenés que...”. El problema es tener el permiso de no gozar, porque realmente sólo podés gozar si está permitido también no gozar. Hoy tenemos este terrible deber del superyó en todos los niveles, desde lo más brutal tipo “tenga sexo, disfrute, etc.” hasta el más espiritual “realícese, pase un buen momento”.
Hoy el goce está permitido, e incluso es obligatorio, porque los objetos de goce han sido privados de todo riesgo, “desustancializados”: café sin cafeína, cerveza sin alcohol, sexo virtual, etc. Continúa Zizek: "Yo no estoy en contra de la democracia, pero hay que tener el coraje para preguntarnos qué significa efectivamente la democracia hoy.
¿Cuáles son las elecciones que realmente podemos hacer? En este nivel, si la democracia tiene su base en la idea de la libre elección, estoy tentado a problematizarla.
El problema con la libre elección es que puede involucrar muchas veces un deber secreto más fuerte. Por ejemplo, los domingos usted debe visitar a su abuela. Y el padre tradicional lo decía a la manera althusseriana: “Obedece. Hazlo. No me importa lo que pienses”.
El padre posmoderno permisivo te dice: “Vos sabés cuánto te quiere tu abuela. Sin embargo, visitá a tu abuela sólo si realmente querés”. Ésta es una aparente libertad de elección. El deber es mucho más severo. El verdadero aviso del padre no es sólo que tenés que visitar a tu abuela sino que debés amar hacerlo”. (Zizek, en “La letrina de lo real”, 2003).
“¿Qué pasa después de todo si el chico toma esto como si fuera una verdadera elección y dice: ‘NO’? El padre lo va a hacer sentir horriblemente mal: ‘¿Cómo puedes decir eso? ¿Cómo puedes ser tan cruel? ¿Qué hizo tu abuela para que no quieras verla? El principal contenido del mandato del superyó es: ¡Goza!
Un padre trabaja duro para organizar una excursión de domingo que se posterga una y otra vez. Cuando finalmente se lleva a cabo, está harto de todo y les grita a los chicos: ¡Ahora mejor que se diviertan! El superyó trabaja de una manera diferente a la ley simbólica. El superyó invierte el principio Kantiano: ‘Tú puedes porque tú debes’ tornándolo en: ‘Tú debes porque tú puedes’.
Este es el significado del Viagra, que promete restaurar la capacidad de erección viril, de un modo biomecánico, dejando de lado todos los problemas psicológicos. Ahora que Viagra se hace cargo de la erección no hay excusa: debes tener sexo cada vez que puedas y si no lo haces deberías sentirte culpable. Nuevo envejecimiento. Por otro lado ofrece una salida al predicamento del superyó clamando recuperar la espontaneidad de nuestro verdadero ‘sí mismo". (Zizek, “¡Tu puedes!” 1999).
----------------------------------------------------------------------------------
El tema puede enlazarse con la cuestión de la ética medicinal (para decirlo de alguna forma), o el tecnologicismo o cualquier otro aspecto en el que veamos potenciada nuestra humanidad pero la pregunta sigue siendo:
“AHORA QUE PUEDO HACERLO…TENGO QUE PREGUNTARME ¿DEBO HACERLO?¿QUIERO HACERLO?”¿Cómo impedir a quien puede hacer que no haga aquello que puede? Hoy si algo se puede hacer entonces se hace. ¿Cuántas veces sentimos esa obligación de divertirnos, de decir que sí a cualquier ofrecimiento, a todo lo que se nos presenta sólo por el hecho de que se presenta (ya sea laboral, sexual, o una fiesta a la cual simplemente no tenemos ganas de ir)? ¿Y cuántas veces lo hacemos para no quedar mal, como un/a “garca”, “malaonda”, etc.). ¡Cómo nos cuesta decir que no!